Sobre llaves y cerraduras: apuntes de Glaserfeld
Tomamos el artículo de Enrnt von Glaserfeld titulado Introducción al Constructivismo Radical.
En la introducción asevera que la tesis fundamental del constructivismo radical es “que el mundo que experimentamos los construimos nosotros mismos porque no reparamos –y ciertamente no sabemos- en cómo realizamos ese acto de construcción” (Von Glaserfeld. 1989, pág. 20).
Luego añade que desde los presocráticos a Kant no hay filósofo que no haya sido un realista metafísico. Así la diferencia entre la concepción tradicional y el constructivismo sería:
“La diferencia radical está en la relación entre saber y realidad. Mientras la concepción tradicional de la teoría del conocimiento, así como de la psicología cognitiva, consideran esta relación siempre como un acuerdo o correspondencia gráfica (icónica), el constructivismo radical ve dicha relación como una adaptación o ajuste en el sentido funcional” (Von Glaserfeld. 1989, pág. 22).
Entonces el realista busca conocimiento que se corresponda mientras el constructivista utiliza la noción de “encajar” siguiendo la analogía del cerrajero en donde ese encajar describe la capacidad de la llave pero no la de la cerradura. Y así:
“Desde el punto de vista del constructivismo radical todos nosotros –hombres de ciencia, filósofos, legos, escolares, animales, seres vivos de todas las especies- estamos frente al mundo como un bandido ante una cerradura que debe abrir para adueñarse del botín” (Von Glaserfeld. 1989, pág. 23).
Así el autor toma como referencia la teoría de la adaptación evolucionista.
“Si tomamos en serio el modo de pensar evolucionista ocurre que los organismos o nuestras ideas nunca pueden ajustarse a la realidad, sino que es la realidad la que mediante su limitación de lo posible elimina sin más lo que no es apto para la vida […]
[...] la relación que hay entre estructuras orgánicas aptas para vivir y su medio es, en efecto, la misma relación que hay entre estructuras cognitivas utilizables y el mundo de experiencia del sujeto pensante. Ambas configuraciones “encajan”: las primeras porque el accidente natural de las mutaciones les dio la forma que ahora tienen; las segundas porque el propósito humano las formó para cumplir los fines que ahora ellas efectivamente cumplen. Esos fines son explicación, predicción y control de determinadas experiencias” (Von Glaserfeld. 1989, pág. 24).
El constructivismo radical ya no refiere a una realidad ontológica sino a un ordenamiento y organización del mundo constituido por nuestras experiencias: “la inteligencia organiza el mundo organizándose a sí misma” (Von Glaserfeld. 1989, pág. 25).
Para comprender la posición constructivista el autor analiza algunos de los aportes de Kant y de Vico. En el recorrido desarrolla como el constructivismo no tiene pretensión a la “verdad” en el sentido de correspondencia ontológica. Que en el caso de Kant lo apriorístico sería una suerte de “… descripción técnica de la capacidad de experiencia del organismo. Lo apriorístico describe el marco dentro del cual opera un organismo, pero no nos dice cómo opera ese organismo y menos aún porqué opera. A priori significa “instalado“ o ”innato”” (Von Glaserfeld. 1989, pág. 30). Pero para el autor, Vico es más moderno en sus afirmaciones y también más práctico al expresar: “En términos muy generales, esto significa que el mundo que experimentamos es y deber ser tal como es, porque nosotros así los hemos hecho” (Von Glaserfeld. 1989, pág. 30). Por lo tanto, el conocimiento no es fruto de una recepción vacía sino que se origina como producto de la actividad de un sujeto activo.
“La epistemología se convierte así en un estudio de cómo opera la inteligencia; de la manera y forma en que el intelecto usa para construir un mundo relativamente regular desde el fluir de su experiencia” (Von Glaserfeld. 1989, pág. 31).
Pero la regularidad o invarianza, a la que hace referencia, suponen experiencias repetidas. Repetición que arroja un juicio de semejanza en tanto propiedad considerada en una comparación.
“Tanto aquí como allá se trata de una cuestión de punto de vista, es decir, qué se considera y en relación con qué se busca “semejanza”. Suponiendo que la materia prima del asunto de la experiencia sea lo bastante rica y copiosa, una conciencia asimiladora puede construir regularidades y orden también en un mundo completamente caótico, sin ningún orden. Hasta qué punto se logre esto depende más de los fines y del punto de partida ya construido que de las condiciones dadas del mundo llamado “verdadero”” (Von Glaserfeld. 1989, pág. 34).
Material elaborado para la cátedra
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